Dra. Loreto Correa Vera
Investigadora CIEE-ANEPE
La sentencia de la CIJ respecto de la demanda marítima boliviana ha sido predecible, según lo que señala, al menos, el historiador limeño Daniel Parodi de la PUC Perú y uno de los especialistas más representativos de la política exterior peruana[1]. Él señala que ha sido “medio predecible pues la naturaleza de la reivindicación del país altiplánico no pasaba por la devolución de un territorio o espacio marítimo específico, como fue en el caso peruano-chileno, y que dejaba abierta la posibilidad de diversas sentencias”. Aquí, la Corte no tenía como fin fallar por la entrega de un territorio, sino si es que Chile debía negociar. Sobre este aspecto, la Corte en lo superficial determinó definitivamente 12 a 3 que no.
Sin embargo, más allá de los resultados, la sentencia tuvo una lógica política y jurídica. Se trata de un fallo en el que tras relatar consecutivamente todas las oportunidades históricas que enmarcó Bolivia, como espacios de “negociación”, llega al año 2006, a la reunión de los subsecretarios y ahí lo deja para pasar a descripción de la sentencia. En lo histórico, es la época del 2009 hasta fines del gobierno de Michelle Bachelet, el único marco temporal en el que la Corte no se detiene, y da la impresión que no quiso hacerlo para no meterse en problemas.
Un segundo elemento de este fallo, y motivo por el cual señalo que es político, es que es tan contundente que escapa a la norma salomónica a la cual la Corte tiene acostumbrado a los Estados. ¿Qué elementos llevan a este fallo?
En el campo de las consideraciones de la política internacional estrictamente, el fallo cierra definitivamente para Chile, Perú y Bolivia varios temas. A esos elementos procuro referirme a continuación.
Ahora bien, explicaré las consideraciones para Bolivia:
Nuestro amigo Parodi, desde Lima, nos señala que “este es un fallo de oportunidades que dependerá, básicamente, de cómo las autoridades de ambos países administren la decisión de la corte holandesa lo que supone la voluntad bilateral de no prolongar un estado de tensión, que debe dejar paso a otro de entendimiento mutuo”. Debo corregir a Parodi: la Corte tiene su sede en Holanda, pero no es holandesa, ni francesa, ni China. Es internacional. Este es un fallo de una corte que representa a todos los países del contexto de las Naciones Unidas. Por ello, resulta ciertamente contradictorio, quizás algo patológico, por lo obsesivo, la conferencia de prensa dada por Evo Morales a su regreso a Bolivia: “Bolivia va a enviar una carta”, “Bolivia quiere saber si Piñera va a respetar el párrafo 176 de la sentencia y se va sentar a negociar”. Se lo nota muy aturdido y absolutamente perdido con el funcionamiento del Derecho Internacional. Quizás por este motivo, tampoco es que el sector de la Defensa boliviana, ha emitido comentario alguno. Resta ver cómo el Ministro de Justicia boliviano, uno de los artífices más convencidos de la demanda boliviana traduce lo que ya el Canciller boliviano Diego Pary ha destacado en estas pocas horas del dictamen: que esto ni es un fracaso, ni hay que cumplirlo.
Y es justamente lo anterior, lo que debe darle una señal a Chile: es necesario mantenerse alerta con Bolivia. Ya sabíamos que no iba a desestimar seguir luchando por la causa marítima, pero esto es como una obsesión en el más clínico de los conceptos.
“Al respecto, una negativa boliviana a aceptar el fallo —la idea de que una sentencia contraría solo significará pasar del plano judicial al político significa, de hecho, desconocer la sentencia— no solo plantea la posibilidad de prolongar ad infinitum una rivalidad que se merece un final”, eso es lo que nos dice Parodi. Y sí, así es. No lo ha dicho, pero Evo desconoce que la sentencia funcione para su política internacional. En mi opinión sus primeros actos transcurridos el “D day” lo confirman.
En consecuencia, lo que cabe es esperar más exabruptos y reinterpretaciones diplomáticas, políticas o ambas. Pero que esta sentencia es un traspié, lo va a intentar transformar en eso, a como dé lugar.
Escuchando los comentarios vinculados a la sentencia, es muy evidente que Evo Morales revolverá todos los temas, los del libre tránsito, los del Silala, los del comercio. La línea de negociación o de incumplimiento, los tomará todos y los invocará de igual modo. No se resigna a la situación y en Morales, la porfía es un rasgo estructural de su carácter.
Por otro lado, propongo dejar para el final lo que Chile puede o no, hacer:
Discrepo de lo que maneja como criterio nuestro colega Parodi desde Lima, que “hablaría muy bien de Chile, si fuese este mismo país quien activase iniciativas para otorgarle un puerto a Bolivia en el Pacífico a título de concesión no soberana”. Dado el escenario de la política del Estado Plurinacional, pasará mucho tiempo, al menos eso me parece, antes que a alguien se le ocurra transmitir esa idea a Bolivia. Pero por lo demás, me parece que este fallo cerró el ciclo de “tratar de parecer ovejas”, cuando todo el vecindario sabe que no somos el lobo, pero tampoco la caperucita roja. ¿Y qué somos? Esa es la pregunta que la política exterior chilena debe responder con claridad hacia la región.
Bolivia ha demostrado que no es un país confiable en área alguna, y particularmente, en materia jurídica. Hace unos días, uno de los principales juristas de Bolivia, Iván Lima[2], sostenía que una solución para Bolivia pasaba por la creatividad de las circunstancias que planteara la CIJ, porque en lo que a Bolivia concernía, el sistema judicial boliviano era un completo desastre; sin embargo, y con todo, al final, ellos tendrían siempre en mente la soberanía. Así las cosas, nada que tenga que ver con administración provisional de un territorio, me parece una idea razonable. Es un comodín que nos puede jugar en contra tarde o temprano.
Cierto, no solo Bolivia se merece construir su idea de nación con base en sus inconmensurables bienes culturales; también el pueblo chileno merece no pensar a sus vecinos en términos de potencias hostiles. Sin embargo, esto es un deseo y no una realidad aún.
No obstante, esta sentencia debió ser aún más estricta en ese aspecto y no lo fue. Ya tenemos la primera señal en el cuestionamiento del Presidente Morales respecto del último párrafo de la sentencia que insta al diálogo. Y claro, la CIJ, no podía decir otra cosa. Pero convengamos todos, en que esta idea está aún muy lejos de plasmarse porque, y esta es la mala noticia, Bolivia no hará la autocrítica. La propaganda de los medios de comunicación ha surtido un efecto no deseado en aquel país: el creer que porque se desean las cosas se puede dar vuelta de cabeza el sistema internacional y encima convencerse de ello.
[2] Entrevista a Ramiro Prudencio, historiador y diplomático boliviano y Dr. Iván Lima, Ex magistrado. Escenario post Haya. Demanda marítima: Bolivia y Chile esperan el fallo de la CIJ este 1 de octubre. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=Fw6b9sgd_E0 Abya Yala Digital .Publicado el 17 sep. 2018.
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