Dr. Ariel Álvarez Rubio
Investigador CIEE-ANEPE
Hablar del Estado Islámico, es hablar de atentados, inmolaciones, decapitaciones, lapidaciones, tráfico de mujeres y niños, entre otras acciones perversas y malévolas.
Debemos recordar que este grupo terrorista inicialmente surgió bajo el nombre de Yama´at al-Tawhid wal-Yihad (YTWY) y que, con motivo de la invasión de Irak, el 2003, estableció una alianza con Al Qaeda para participar activamente en la insurgencia iraquí.
Al año 2013, habían aumentado su poder territorial, económico y militar a tal punto que lograron ocupar territorios en Siria e Irak, prometiendo expandirse por el mundo bajo la figura de un “califato” y pretendiendo así representar a todos los musulmanes En junio de 2014, el grupo se autodenominó “Estado Islámico de Irak y el Levante” o “Estado Islámico de Irak y Siria” y pasó a ser conocido internacionalmente como “Estado Islámico” o “ISIS” (por sus siglas en inglés: “Islamic State of Iraq and Syria”).
El control sobre el vasto territorio entre Irak y Siria, incluyendo importantes ciudades como Mosul y Al-Raqa, llevó a que algunas fuentes consideraran al Estado Islámico como un protoestado o Estado en formación, aspiración que finalmente fue truncada a partir de octubre de 2017, cuando las fuerzas de la Coalición Internacional contra el Estado Islámico de Irak y el Levante[1] recuperaron gran parte de sus territorios en Siria.
Derrotados en Irak el 2019 y con una presencia mínima en Siria, el Estado Islámico ha buscado reorganizarse, descentralizando su estructura y haciéndose presente en África, con mayor intensidad en África Occidental y participando activamente en conflictos tales como la insurgencia islamista en Mozambique.
Sin embargo, una de las mayores preocupaciones de Occidente ante un eventual resurgimiento a gran escala del Estado Islámico, tiene origen en su presencia en la localidad de Rojava, una región autónoma de facto, también conocida como Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES). Esta región obtuvo su autonomía con ocasión de la rebelión kurda iniciada en Siria el año 2012 contra el gobierno de Bashar al-Asad y de la propia guerra civil siria iniciada el año 2011.
En dicho lugar, se encuentra asentado el campo de refugiados “Al Hol”, considerado el lugar más peligroso del mundo, con más de 60.000 personas en su interior y que es considerado también una “prisión a cielo abierto”, ya que la mayoría de sus “habitantes” pertenecen al Estado Islámico[2].
Efectivamente, un 90% de las personas que permanecen en Al-Hol integró el Estado Islámico, hasta que el año 2019 fueron derrotados. Luego que el último bastión del Estado Islámico cayera en la ciudad de Bahouz, las victoriosas fuerzas kurdas se encontraron con una compleja situación: ¿qué hacer con más de 50.000 personas que pertenecían al grupo terrorista? Los principales líderes y responsables fueron encarcelados en distintas prisiones improvisadas y el resto, fueron concentrados en este campo de refugiados, que colapsó con la llegada de tan enorme cantidad de personas.
De esta forma, en un espacio originalmente acondicionado para recibir 20.000 refugiados, hoy conviven 60.000 personas, entre los cuales se cuenta a más de 18.000 sirios, sobre 27.000 iraquíes y otros tantos europeos, asiáticos, africanos y americanos, ya que no debemos olvidar que en el Estado Islámico militaron miles de “combatientes extranjeros[3]”.
La mantención y la seguridad de este peligroso campo de refugiados y prisioneros se encuentran a cargo solo de fuerzas kurdas, que han logrado, a lo largo del tiempo, concretar repatriaciones muy esporádicas y obtener ayudas menores de los países a las que estas personas pertenecen[4]. A fines de 2015, nadie sabía con certeza cuantos “combatientes extranjeros” integraban las filas del Estado Islámico, ya que la proclamación del califato atrajo a yihadistas de todo el mundo. Hoy en día, se calcula que sobre 50.000 combatientes de más de ochenta países integraron el grupo terrorista.
De acuerdo con lo que señala el Centre for Counter-Terrorism (ICCT), si bien muchas de estas personas radicalizadas viajaron solas a la zona de conflicto, otras trajeron a sus familias o formaron nuevas en el teatro de operaciones. Cuando el califato autoproclamado por el Estado Islámico se derrumbó, muchos fueron asesinados, algunos huyeron a otros lugares y miles fueron capturados y retenidos por las fuerzas kurdas. Los hombres y algunos adolescentes fueron colocados principalmente en prisiones, mientras que las mujeres y los menores a menudo fueron trasladados a campos de detención, tales como Al-Hol[5].
Según agrega el ICCT, la detención indefinida de los combatientes terroristas extranjeros y sus familias afiliadas en el noreste de Siria no es una solución sostenible. Además de las claras preocupaciones humanitarias, existe un riesgo significativo de seguridad de que los habitantes de las instalaciones proporcionen una oleada de nuevos reclutas a la campaña aún activa del Estado Islámico en la región y en el mundo occidental.
De hecho, en un informe militar del U.S. Central Command (CETCOM)[6], del año 2022, ya se expresaba que los menores de edad que habitaban estos campos-presidios eran los principales objetivos de radicalización del Estado Islámico y que la comunidad internacional debía trabajar en conjunto para lograr sacar a esos menores dicho entorno, repatriándolos a sus países o comunidades de origen, al tiempo que se debían mejorar las condiciones en los lugares de refugio-reclusión. Por otra parte, también surgieron distintos “llamados” diplomáticos, a nivel internacional, planteando que la repatriación de los “combatientes extranjeros” debería convertirse en una prioridad.
Según las Naciones Unidas, miles de niños permanecen privados de la libertad en un entorno de inseguridad que amenaza sus vidas, lo cual viola gravemente los derechos de los menores y llaman a todos los involucrados a garantizar su protección y repatriación a sus Estados nacionales. El 80% de los niños es menor de doce años, y el 30% tiene menos de cinco; adicionalmente, más de 850 niños son mantenidos en prisiones y otros centros de detención, incluidos centros de rehabilitación, en distintas partes del noreste sirio. Todos los niños se encuentran detenidos por las acusaciones que pesan sobre sus padres, y corren un riesgo extremo de violencia sexual y de género, tráfico y esclavitud, especialmente aquellos menores con discapacidad, que son particularmente vulnerables a la violencia y al daño[7].
Los avances en este sentido han sido muy lentos, debido a que muchos países occidentales se resisten firmemente al retorno de los “ciudadanos” que combatieron a favor del Estado Islámico. Mientras tanto, el control sobre el campo de refugiados Al-Hol, se ha tornado cada vez más complejo. Hoy en día, este lugar ha sido denominado la “nueva capital del Estado Islámico” y se han producido frecuentes ataques organizados y perpetrados desde adentro y afuera del lugar, con la intención de generar fugas masivas. Tan solo el año pasado, 26 personas fueron asesinadas, incluyendo una mujer que fue decapitada. La situación de seguridad es crítica, dado que la AANES se encuentra controlando en forma solitaria ese territorio perdido en los confines de Siria.
Los llamados constantes a los países de origen de los miembros del Estado Islámico para que acepten su repatriación han tenido respuestas muy escasas. Para esos países, el retorno de los “combatientes extranjeros”, constituye un complejo dilema de abordar. Por una parte, deben evaluar el eventual reintegro a la sociedad de un tipo de combatientes identificados muchos de ellos como criminales de guerra y, por otra parte, se enfrentan a la exigencia de la comunidad internacional respecto del deber moral y legal, que tiene todo país, por aplicar la justicia y defender los derechos humanos más básicos de las poblaciones vulnerables.
No podemos soslayar que el Estado Islámico y otros grupos yihadistas cometieron atrocidades masivas y sistemáticas en Irak y Siria, demostrando un particular desdén por las minorías y que el mundo entero fue testigo de los crímenes cometidos. Por lo tanto, los países implicados tienen la obligación de abordar el problema de sus “combatientes extranjeros”; deben encargarse de su repatriación y, además, deben juzgar a los que regresen.
Pareciera, sin embargo, que la lógica imperante es que los “combatientes extranjeros” y sus familias, sucumban en forma natural en las cárceles y campos de refugiados existentes en Irak y Siria, antes que permitirles regresar a casa y tener que acometer la compleja tarea de juzgarlos como corresponde o, de lo contrario, arriesgarse a que continúen adoctrinando a otros en su ideología perversa y que sigan cometiendo acciones terroristas en cualquier momento.
Como sea, el campo-prisión Al-Hol se ha constituido en la actualidad en una nueva caja de Pandora, la que se encuentra pronta a desatar los peores “males del mundo”.
Referencias bibliográficas
[1] La “Coalición Internacional contra el Estado Islámico de Irak y el Levante” o “Combined Joint Task Force – Operation Inherent Resolve (CJTF–OIR)” fue activada el 10 de octubre de 2014 con el objetivo de destruir el Estado Islámico, siendo integrada por más de 30 países liderados por EE. UU. y el Reino Unido (N. del A.).
[2] Cfr. CENTURIÓN, M.; “Al-Hol: una sombra que ahoga”, en publicación digital de ELSALTO.COM, de fecha 18.OCT.2024. Recuperado de https://www.elsaltodiario.com/rojava/al-hol-una-sombra-ahoga (última visita: 03.DIC.2024).
[3] Cfr. CENTURION, M.; “Al-Hol: el mal del mundo”, en publicación digital de ELSALTO.COM, de fecha 25.OCT.2024. Recuperado de https://www.elsaltodiario.com/rojava/al-hol-mal-del-mundo-ISIS (última visita: 04.DIC.2024).
[4] Según el Centro de Información de Rojava (RIC), desde enero de 2022 a julio de 2024, más de 3800 personas fueron repatriadas desde Al-Hol a sus naciones de origen, incluyendo hombres, mujeres y menores. De estos últimos, un gran porcentaje de huérfanos de la guerra. El regreso ha sido hacia países tan diversos como Suecia, Rusia, Alemania, Gran Bretaña, Maldivas, Azerbaiyán, Barbados o Sudán. Cuando retornan, sus rastros se vuelven difusos: en algunos casos son llevados a la justicia, en otros ha resultado imposible descubrir qué fue de sus destinos. Cfr. CENTURION, 18.OCT.2024, Ídem.
[7] Cfr. ONU; “Los niños detenidos en el noreste de Siria son víctimas del terrorismo y deben ser repatriados”, en publicación digital de la Organización de Naciones Unidas (ONU), de fecha 31.MAR.2023. Recuperado de https://news.un.org/es/story/2023/03/1519857 (última visita: 04.DIC.2024).
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