Cristian Puebla
Profesor e Investigador ANEPE
En relación con lo que se conoce como poder espacial de una Nación, existe una definición que goza de cierta aceptación (aunque no de unanimidad), pues abarca los aspectos militares, políticos y comerciales del Espacio Ultraterrestre. Ésta reza así: “el poder total del conjunto de las capacidades de una nación para conducir e influenciar actividades con dirección hacia, en, a través y desde el espacio[1], para alcanzar sus objetivos”. El elemento principal que surge de dicha definición, es la presencia en el Espacio Ultraterrestre a través de ingenios propios, lo que permite un grado de autonomía para hacer uso y explotación del mismo que no se logra de otra manera. Esa presencia autónoma la ha tenido Chile en forma permanente desde el año 2011, con la operación del satélite FASat Charlie, aunque la primera presencia chilena en el Espacio Ultraterrestre data del año 1995, a través del FASat Bravo.
Asimismo, en el marco del anuncio de S.E. el Presidente de la República acerca de un nuevo programa espacial para Chile, realizado durante el año recién pasado, se puede afirmar que el poder espacial nacional experimentará un incremento sustantivo con respecto a lo que existe hoy en día. Esta afirmación se basa en el hecho que este programa considera el desarrollo de una capacidad local para el armado, integración y pruebas de plataformas satelitales, la operación de tres satélites de observación de la tierra de alta resolución espacial, así como el mejoramiento de los medios en tierra para transformar la data espacial en información útil para la toma de decisiones, junto a la transmisión de información a través de un sistema de comunicaciones satelitales mejorado, para uso del Estado. Los dos primeros elementos proveerán a Chile de una capacidad tecnológica que hoy en día no existe en el país.
Por otra parte, en la definición de poder espacial presentada más arriba, es posible identificar en la expresión “con dirección hacia” un concepto relevante de tener en cuenta. Se trata del acceso al Espacio Ultraterrestre, el cual debe entenderse como capacidad de hacerlo autónomamente y que no está considerado dentro del programa espacial anunciado. De aquí surge la pregunta que encabeza el presente artículo: ¿Debe Chile desarrollar una capacidad de acceso autónomo al Espacio Ultraterrestre?
La respuesta no es simple; no obstante, una cosa es clara: el tema debe ser abordado a nivel nacional. Esta afirmación se basa en el hecho que hay una cantidad creciente de países de la región que están procurando alcanzar dicha capacidad y que han logrado avances importantes en este ámbito. En tal sentido, es posible destacar a Brasil, Argentina y Perú. En tal contexto, no es conveniente que Chile quede rezagado con respecto a dichos países.
Alcanzar una capacidad tecnológica compleja como esta requiere años de desarrollo continuo y sistemático, pero en el caso de Chile no se partiría de cero, por varios factores favorables. En primer lugar, el país ya ha incursionado en el área de la cohetería, principalmente a través del proyecto Rayo desarrollado por “FAMAE” en los años 90 del siglo pasado. Especialistas que trabajaron en dicho proyecto aún están disponibles para asumir un desafío de este tipo. Asimismo, se cuenta con un conjunto de universidades cuyas Facultades de Ingeniería están en condiciones de apoyar de manera adecuada un emprendimiento tecnológico como este. De igual manera, existe un nivel de experiencia y conocimientos dentro de las Fuerzas Armadas que puede y debe ser bien aprovechado. Por último, la creación y explotación de un futuro laboratorio nacional espacial permitirá generar una capacidad tecnológica relevante en los próximos años, la que podrá utilizarse para el desarrollo de una capacidad de acceso a la alta atmósfera, como paso previo al acceso autónomo al Espacio.
Asimismo, Chile posee espacios territoriales que son propicios para el lanzamiento de vehículos que puedan alcanzar el Espacio o altitudes cercanas a él (alrededor de los 100 kilómetros de altitud), como son el desierto de Atacama, la zona de Magallanes o el territorio Antártico Chileno. En este último caso, la cercanía y permanente presencia chilena en el continente antártico brinda perspectivas y oportunidades particularmente propicias para el país.
Para lo anterior, es necesario establecer un programa nacional de carácter específico que permita alcanzar una capacidad tecnológica en el ámbito del acceso al Espacio. Dicho programa, que debe ser parte de una Estrategia Nacional Espacial, debe incluir la participación del Estado, a través de las Fuerzas Armadas y organizaciones de Investigación y Desarrollo; de la Academia, a través de distintas Facultades de Ingeniería nacionales e internacionales, y de la Industria Nacional, a través de la empresa pública y privada. Esto último es particularmente relevante, considerando que algunas de estas aplicaciones pueden llegar a generar oportunidades de negocio.
En términos temporales se debería pensar en alrededor de una década, para alcanzar la capacidad de lanzar vehículos que, de manera sistemática, logren alcanzar altitudes próximas al Espacio, para obtener información útil que permita hacer ciencia del medio ambiente espacial en el país. Asimismo, es posible desarrollar estudios que, junto con tener un innegable interés científico, puedan constituirse en oportunidades de negocio. Ejemplos de lo anterior pueden ser el estudio de la dinámica de material eyectado en casos de erupciones volcánicas (el que alcanza grandes altitudes), de enorme importancia para la aviación comercial de Chile y Argentina o el interés de la industria farmacéutica para el desarrollo de ciertas investigaciones en condiciones de microgravedad, lo que es posible hacer con vehículos suborbitales como los que debería plantear el programa nacional antes señalado. De igual manera, hay centros de investigación internacionales interesados en estudiar la alta atmósfera en el área antártica, en virtud de los cambios físicos que están teniendo lugar en esa zona hoy en día.
En el contexto de todo lo anterior, la mejor manera de avanzar de manera sólida frente a este desafío es a través de una alianza con alguna empresa internacional experta en el área de la cohetería, que provea la experiencia y conocimientos técnicos necesarios, junto con la acción integrada de los actores y agencias nacionales interesados.
Chile puede y debe aprovechar sus ventajas comparativas para avanzar de la manera más integral posible en la creación, desarrollo y proyección de tecnologías espaciales específicas, siendo este un momento particularmente propicio para hacerlo. No es impensable que, en el futuro, se haga una distinción entre las naciones que tienen acceso autónomo al Espacio y aquéllas que no lo tienen.
[1] Aunque solo se habla de Espacio, debe entenderse aquí que se refiere a Espacio Ultraterrestre.
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Es muy interesante pensar en la Gestión estratégica del espacio aéreo.De igual modo sería importante la incorporación de las Universidades Chilena al desarrollo tecnológico en la materia.