Dr. Hugo Harvey Valdés
Profesor – Investigador ANEPE
Cada gobierno de EE.UU., al término de su primer año en ejercicio, emite su Estrategia de Seguridad Nacional, documento que expone su visión estratégica en ese ámbito y encauza todos los esfuerzos nacionales. La última versión de esa estrategia fue elaborada en 2017, en un escenario global similar al actual.
Sin embargo, la situación actual impone dos diferencias fundamentales. En el plano mundial, la epidemia generada por el COVID-19, y en el doméstico, la incidencia de una inédita polarización política y una democracia amenazada por actores internos.
Por lo anterior, en menos de dos meses, la nueva administración ha adoptado cuatro decisiones en materias de seguridad nacional, a través de Memorandos de Seguridad Nacional, realizando los ajustes necesarios a la estrategia vigente, mientras la asimila y elabora la propia.
Así, decretó medidas para reforzar el liderazgo de EE.UU. en la respuesta global al COVID-19[1], fortaleció el Consejo de Seguridad –incluyendo al Embajador en la ONU, al Director de Ciencia y Tecnología y al Jefe de la Agencia para el Desarrollo Internacional[2]–, ordenó revitalizar la política exterior y de seguridad nacional[3], y dispuso iniciativas en temas de igualdad de género[4].
En los instrumentos mencionados, es posible visualizar modificaciones aparentemente cosméticas, tales como, romper con la tradición demócrata de denominar los documentos ejecutivos con la palabra “Presidencial”, para adoptar la nomenclatura republicana que utiliza el vocablo “Nacional”, así como, disponer “renovar” el Consejo de Seguridad, en lugar de “organizar” como había sido la costumbre. Rectificaciones que se entienden desde una lógica de unidad nacional, la que ha sido tensionada fuertemente en el último tiempo.
No obstante, lo que efectivamente representa una novedad, y se condice con la premura que demanda el contexto existente, es la publicación de la Guía Estratégica Preliminar para la Seguridad Nacional el 3 de marzo pasado[5], donde el Presidente Biden comunicó su “directiva de planificación” a la comunidad de seguridad nacional, para asegurar un entendimiento mutuo y unidad de criterio en la elaboración de su propia estrategia.
El momento parece el apropiado, puesto que se orienta el trabajo al menos en dos frentes. El primero, la decisión de los líderes chinos de impulsar la competitividad científica y tecnológica, de modificar el régimen político y el sistema electoral de Hong Kong, y la decisión de aumentar el gasto en defensa en un 6,8%[6]. El segundo, los problemas de violencia doméstica, polarización política e incluso amenazas terroristas en el contexto nacional[7].
Análisis inicial de la Guía Preliminar
El documento establece una serie de orientaciones que transitan “ida y vuelta, desde y hacia” disímiles temáticas y áreas, y que entremezclan diversas autoridades y agencias “subiendo y bajando” de nivel, en atención a que “las distinciones tradicionales entre política exterior e interior y entre seguridad nacional, seguridad económica, seguridad sanitaria y seguridad medioambiental son menos significativas que nunca” (p. 22).
En ese sentido, la mayor directriz que expone, antes de “enviar a todos a trabajar” ya que “no hay tiempo que perder”, es la Propuesta Estratégica Central, en la que sobresale la perspicuidad del mensaje, en términos de regresar a los organismos multilaterales, asignar un rol central al ámbito interno, y señalar que “la diplomacia está de vuelta” (p. 4):
PROPUESTA ESTRATÉGICA CENTRAL EE.UU. debe renovar sus ventajas permanentes para que podamos enfrentar los desafíos de hoy desde una posición de fortaleza. Reconstruiremos mejor nuestras bases económicas; recuperaremos nuestro lugar en los organismos internacionales; exaltaremos nuestros valores en nuestra tierra y seremos claros en defenderlos en todo el mundo; modernizaremos nuestras capacidades militares, mientras primero lideramos con diplomacia; y revitalizaremos la inigualable red de alianzas y asociaciones de EE.UU. (p. 4). |
De esa forma, la Guía Preliminar identifica nítidamente cinco desafíos clave: amenazas a la seguridad transnacional, deterioro de la democracia, amenazas resultantes de los vaivenes en la distribución del poder global, desafíos al orden internacional y la tecnología en las manos equivocadas.
Con la misma franqueza expresa que China “se ha vuelto rápidamente más asertiva [considerándola como el] único competidor potencialmente capaz de combinar su poder económico, diplomático, militar y tecnológico para montar un desafío sostenido a un sistema internacional estable y abierto” (pp. 7-8). Añadiendo la voluntad política y resolución para disuadir esta agresión y contrarrestar las amenazas a la “seguridad colectiva, prosperidad y forma de vida democrática” (p. 20).
En el mismo sentido, el documento reconoce la incapacidad de EE.UU. de actuar de manera aislada en su cruzada en contra de las amenazas, asumiendo que “debemos unirnos con aliados y socios de ideas afines para revitalizar la democracia en todo el mundo […] para disuadir y defendernos de la agresión de adversarios hostiles” (p. 19). Por eso decretan su compromiso de “revitalizar y modernizar [las] alianzas y asociaciones en todo el mundo” (p. 10), con lo cual “amplificamos nuestro poder y nuestra capacidad para interrumpir las amenazas” (p. 4).
Ahora bien, tal como señala la Propuesta Estratégica Central, el liderazgo global que pretenderá retomar EE.UU. y su apuesta por el multilateralismo, será primordialmente en base a su diplomacia. En este punto identificamos el sello del ex-Embajador y Subsecretario de Estado entre 2011 y 2014, William Burns, quien a lo largo de toda la administración Trump, denunció las fuertes disminuciones presupuestarias y el desmantelamiento del Servicio Exterior, urgiendo por una renovación y revalorización de la diplomacia[8]. Su influencia llegó a tal punto, que los entendidos lo fraguaban asumiendo el Departamento de Estado, sin embargo, Biden terminó designándolo Director de la CIA.
Desde las Relaciones Internacionales, podría visualizarse que, al subrayar la importancia del multilateralismo, las prescripciones políticas van alineadas con un enfoque liberal o idealista y con la –según sus detractores– política exterior naive de Obama. Sin embargo, distinguimos altos niveles de realpolitik, al desechar acercamientos con sus adversarios y al asumir las alianzas desde la mirada clásica de Morgenthau: “una gran potencia tiene las mejores posibilidades de hacer lo que desea en cuanto a beneficios y políticas si sus aliados son más débiles”[9].
Comentarios finales
La invitación es a examinar la Guía Preliminar, ejercicio que ofrece una oportunidad excepcional para asimilar la “visión estratégica” estadounidense, incluso más óptima que analizar las Estrategias de Seguridad Nacional, por cuanto refleja de forma manifiesta su “pensamiento estratégico”. Nos ofrece “un” ejemplo de cómo operar ante un escenario de apremio, que impone desafíos urgentes entremezclados con proyecciones poco auspiciosas; de cómo accionar frente a altos niveles de polarización interna mientras se hace frente a su supervivencia como potencia global; de qué capacidades ofrecer y cuáles requerir; finalmente, de cómo se maneja lo inmediato, mientras se planifica el corto y mediano plazo, y se visualiza el futuro.
Los análisis más profundos surgirán en la medida que los especialistas examinen, con mayor detenimiento, sus alcances y las políticas que se deriven de los trabajos de planificación de los equipos encargados. Mientras, nos permitimos emitir algunos comentarios:
Finalmente, se debe destacar la labor pedagógica que realiza esta administración, en atención a su capacidad de conectar temas de seguridad y defensa –a veces ajenos– a las necesidades tangibles de la gente, exponiendo de manera clara cuáles son las amenazas y cómo podrían repercutir en sus vidas cotidianas, y señalando de qué forma las acciones de los habitantes de EE.UU. podrían obstaculizar o favorecer a los oponentes.
[1] fas.org/irp/offdocs/nsm/nsm-1.pdf
[2] fas.org/irp/offdocs/nsm/nsm-2.pdf
[3] fas.org/irp/offdocs/nsm/nsm-workforce.pdf
[4] fas.org/irp/offdocs/nsm/nsm-4.pdf
[5] www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2021/03/NSC-1v2.pdf
[6] washingtonpost.com/world/asia_pacific/china-biden-tech-hong-kong/2021/03/05/55696f46-7c13-11eb-8c5e-32e47b42b51b_story.html
[7] nytimes.com/2021/03/02/us/politics/wray-domestic-terrorism-capitol.html?searchResultPosition=3
[8] BURNS, William. The Back Channel: A Memoir of American Diplomacy and the Case for Its Renewal. New York: Random House, 2019; The Lost Art of American Diplomacy. Foreign Affairs, mayo-junio 2019; The Demolition of U.S. Diplomacy. Foreign Affairs, octubre 2019; The Transformation of Diplomacy. Foreign Affairs, noviembre-diciembre 2020.
[9] MORGENTHAU, Hans. Políticas entre las Naciones. La Lucha por el Poder y la Paz. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, 1986, p. 21.
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