ACADEMIA NACIONAL DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y ESTRATÉGICOS

Las operaciones de paz de las Naciones Unidas en el contexto de la pandemia

 

 

 

 

 

Jorge Riquelme[1]

Dr. en Relaciones Internacionales

 

La expansión del COVID-19 ha radicalizado una serie de conflictos internos e internacionales, como consecuencia de las tensiones sociales y económicas propiciadas por la crisis sanitaria, afectando directamente la situación de las operaciones de paz en el mundo. Tras más de 70 años de historia, tales misiones no viven su mejor momento, en el marco de un ambiente político global especialmente preocupante para el multilateralismo, agobiado desde distintos frentes por el nacionalismo, la xenofobia y el populismo. Lo anterior, sin olvidar las cada vez más diversas amenazas que enfrentan tales operaciones en el terreno, como es el caso de los ataques del extremismo violento, las ciberamenazas y la misma pandemia.

En el complejo marco antes descrito, los días 7 y 8 de diciembre de 2021 el Gobierno de la República de Corea organizó la Reunión Ministerial de Operaciones de Paz de Naciones Unidas. Planificada preliminarmente para ser realizada en Seúl, la nueva variante ómicron del COVID-19 obligó a celebrarla de manera virtual. El evento se configuró como un momento propicio para tratar la situación actual de las operaciones, buscando incrementar los compromisos de la comunidad internacional sobre la materia.

En un artículo de reciente aparición, Barbara F. Walter, Lise Morjé Howard y V. Page Fortna destacaban que las operaciones de paz han estado sometidas a fuertes críticas, que van desde acusarlas de inefectivas ante los conflictos que buscan enfrentar, hasta directamente dañinas, en el peor de los casos, para lo cual usualmente se citan los ejemplos terribles de Ruanda y los Balcanes, durante la década de los noventa (“The Astonishing Success of Peacekeeping. The UN Program Deserves More Support –and Less Scorn- From America”. Foreign Affairs. Noviembre, 2021). No obstante, cabe tener presente que las operaciones de paz se constituyen actualmente como una de las herramientas más visibles y eficaces del sistema de Naciones Unidas para ayudar a países en conflicto, que transitan hacia la construcción de la paz y su consolidación.

Tal cual señalan las citadas autoras, las zonas de conflicto con operaciones de paz usualmente sufren menos enfrentamientos armados y producen un menor número de muertes, que aquellas que no las tienen. Es decir, existe una relación directa entre la baja en los niveles de violencia y el despliegue de operaciones de paz, las que cumplen notables y variadas labores para contener guerras civiles, acercar líderes políticos para el alcance de acuerdos y velar por el cumplimiento de los mismos. Según Walter, Howard y Fortna, desde el fin de la Guerra Fría las Naciones Unidas han intentado frenar 16 guerras civiles mediante el despliegue de operaciones de paz. De esas 16 misiones, 11 ejecutaron exitosamente sus mandatos y ninguno de los países afectados retornó a la guerra civil, estando entre las experiencias exitosas los casos de Cambodia, Costa de Marfil, Croacia, Liberia, Namibia y Timor-Leste.

Para mejorar la eficacia de tales operaciones, el Secretario General de Naciones Unidas lanzó en 2018 la iniciativa Action for Peacekeeping (A4P), donde los Estados se comprometen a mejorar la preparación, planificación y despliegue de las misiones sobre la base de objetivos centrados en ámbitos como protección de los cascos azules; asuntos de género; rendición de cuentas; consolidación de la paz; alianzas; conducta; entre otros. Posteriormente se lanzó la iniciativa A4P+, enfocada en áreas prioritarias de preocupación para el período 2021-2023, como son la integración estratégica y operativa; capacitación del personal; y responsabilidad de y ante los cascos azules, entre otros.

 

La pandemia ha atizado un contexto global sobresaltado por la competencia estratégica entre China y Estados Unidos, en lo que se ha dado en llamar una Segunda Guerra Fría. Se trata igualmente de los mayores aportantes para los fondos de operaciones de paz de Naciones Unidas, quienes han entendido que estas actividades pueden representar una oportunidad para incrementar su prestigio y liderazgo internacional y, en suma, su poder global.  Lo relevante es que asuman este aporte desde una perspectiva cooperativa hacia la gobernanza global y no como parte de su agenda de competencia estratégica. Desde América Latina una serie de países han ganado protagonismo en materia de operaciones de paz, como es el caso de Brasil, Guatemala, México, Perú y Uruguay, tal cual quedó plasmado en los numerosos compromisos asumidos con ocasión de la reunión ministerial organizada por el Gobierno coreano. Tales ejemplos dan cuenta de una progresiva conciencia global que asume que un mundo estable y seguro es funcional para los propios intereses nacionales. No es idealismo, sino una manera pragmática de asumir las realidades de la política mundial.

Sin embargo, todavía existen numerosos temas que exigen la atención de la comunidad internacional, como es el caso de la labor que deben cumplir los mecanismos regionales en materia de paz y seguridad, como la Unión Europea y la Unión Africana, que tienen una nutrida experiencia en materia de paz y seguridad, aunque desde América Latina es una materia todavía pendiente. Asimismo, se requieren mayores esfuerzos para atenuar los efectos de las misiones para el medio ambiente, por ejemplo, a través de la adecuada gestión de residuos y la utilización de paneles solares en los campamentos, que permitan el uso de fuentes de energía más amigables con el entorno ecológico de las misiones.

Un asunto especialmente relevante es la necesidad de seguir avanzando en el empoderamiento de la mujer en las operaciones de paz, lo que exige una mayor presencia de mujeres en los contingentes, pero también un mayor número de ellas en puestos vinculados con la toma de decisiones. Ello va íntimamente ligado con el resguardo de la situación de la mujer en los escenarios de conflictos, cuyas consecuencias tienen un impacto diferenciado en la población afectada. En suma, se requiere una nueva mirada que aborde la situación de la mujer como constructora activa de la paz y su consolidación.

Es menester igualmente empoderar a los jóvenes, como sujetos relevantes para la construcción de una paz duradera, en el entendido que son actores fundamentales para cimentar la estabilización de zonas en conflicto, que impida los retrocesos hacia situaciones de violencia estructural. Lo anterior, sin dejar de lado la alta prioridad que debe concentrar el cuidado de los niños, como un imperativo moral de la comunidad internacional y uno de los principales objetivos de las operaciones de paz, en su función de resguardo de la población civil. En los escenarios conflictivos, los niños pierden sus familias y ven destruido su entorno, son reclutados como niños soldados y son sometidos a graves vejaciones, sufriendo traumas físicos y sicológicos; además de los frecuentes daños que reciben las escuelas y hospitales, instituciones fundamentales para el resguardo de sus derechos. Actualmente, la situación de los niños pasa por uno de sus peores momentos, razón por la cual su resguardo debe estar entre las prioridades de la planificación y despliegue de las operaciones de paz. En último término, trabajar mancomunadamente con mujeres y jóvenes, teniendo a los niños como foco prioritario, es esencial para trabajar de manera preventiva en la construcción de sociedades resilientes e inclusivas.

 

Otro tema relevante sobre el cual se debe seguir trabajando es el mejoramiento de la seguridad de los cascos azules. Resulta fundamental resguardar la seguridad de los contingentes ante un abanico amplio de amenazas, que van desde los ataques de grupos armados hasta los riesgos sanitarios derivados de la actual pandemia y las que seguramente vendrán en el futuro, lo que implica poner énfasis en la utilización de sistemas aéreos no tripulados, fortalecer los servicios médicos, atención psicológica para los efectivos y mejorar los sistemas de evacuación sanitaria, como elementos claves para que los pacificadores puedan cumplir con los mandatos de las misiones y la protección de civiles.

Durante la mencionada reunión organizada por la República de Corea, el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, se explayó en una serie de materias en las cuales la comunidad internacional debe poner el foco: la necesidad de coherencia del trabajo de la organización en el terreno; la importancia de una transformación digital y el uso de datos en las misiones; necesidad de helicópteros y equipos de reacción rápida para acceder a lugares difíciles; fomento de asociaciones triangulares con aquellos países de mayores recursos; evitar la explotación y el abuso sexual por parte de los efectivos desplegados, que empaña gravemente la labor de las operaciones de paz; posicionamiento de mujeres en puestos clave; así como la reducción de los daños ambientales por parte de las misiones.

Con todo, los numerosos anuncios y ofrecimientos de los países durante el encuentro organizado por la República de Corea, entre los que se cuentan unidades de helicópteros, aviones de transporte, aviones no tripulados, programas de formación, capacitaciones para tropas y policías, capacidades médicas (como vacunas contra el COVID-19) y el uso de nuevas tecnologías, dan cuenta que, si bien las operaciones de paz atraviesan por un periodo complejo, se está avanzando por un buen camino.

Los países están progresivamente asumiendo que la generación de un contexto internacional estable y seguro es funcional con sus propios intereses nacionales y que, invertir en la paz, es más barato que asumir los costos de los conflictos. En el fondo, se trata de reevaluar los grandes temas globales bajo una mirada multilateral, valorando los temas de defensa como parte de una agenda internacional basada en la cooperación, que concibe a las fuerzas armadas ya no solo como parte del Hard Power y las políticas realistas, sino como parte de una agenda propia del Soft Power de los países -en los términos de Joseph Nye-, en tanto actores protagonistas de la construcción de una paz sostenible y duradera.

[1] Doctore en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de La Plata

1 Response
  1. Buen análisis sobre las OPAZ y que a pesar se ven tan lejanas de nuestro continente, el tema de los ABUSOS SEXUALES por parte de los Peacekepping, siga siendo estimo, uno de los principales problemas que por años generan un alto rechazo en la comunidad internacional, que vulneran abiertamente la DIGNIDAD HUMANA y por ende el Derecho Internacional Humanitario.

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