ACADEMIA NACIONAL DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y ESTRATÉGICOS

Las feministas ucranianas y la política exterior feminista

Dra. Loreto Correa Vera

Investigadora CIEE-ANEPE

En estos momentos, cuando las fuerzas rusas se despliegan en territorio ucraniano, resulta muy oportuno recordar el impacto del sextremismo y de las Femen. Esto, no porque las mujeres puedan decir o no decir algo en esta crisis internacional, sino porque muy probablemente, entre las tantas diferencias existentes entre Rusia y Occidente, el feminismo tenga que empezar a dar explicaciones en materia internacional.

Beatriz Echazarreta, periodista española, nos recuerda que en el año 2008 en Ucrania nació un combativo grupo de mujeres rebeldes a las disposiciones rusas. Este grupo, denominado las FEMEN, tenían como propósito combatir el turismo sexual ruso y rechazar el cliché de “mujer ucraniana, mujer prostituta”.

“Ucrania no es un burdel” fue el grito de la primera campaña. En realidad, FEMEN pretendía harto más que eso. La lucha por el respeto a las mujeres iba de la mano de una lucha frontal contra el autoritario legado eslavo tras la caída de la Unión Soviética.  La estética del movimiento era un tanto impactante entre los viriles esquemas del mundo oriental europeo: pechos descubiertos, ceños apretados y cejas depiladas que se acampaban de una negación de la sensualidad femenina.

El cuerpo, usado como herramienta de rebeldía, tiene en FEMEN el origen de otros colectivos de rebeldía que luego van a ser morigerados con la aparición -en el norte europeo- de vías más institucionalizadas de reivindicaciones femeninas. Sin embargo, las FEMEN siguieron metiendo bulla en Occidente. En su calidad de activistas radicales, anticlericales, anti ortodoxas, estas mujeres jóvenes dieron una batalla sin cuartel contra el gobierno de Putin[1].

Hacia el 2013, en la feria industrial del automóvil en Hannover, se vio a las FEMEN plantarse frente Merkel y Putin. El acalorado momento quedó consagrado por la agencia de noticias EFE, cuando las fotos muestran a una chica joven, irrumpir en la escena en topless y con mensajes escritos sobre su propia piel, mensajes que rezaban “Fuck Dictator” o “Partners in Crime“.

Para cuando la protesta ucraniana en toples se convirtió en una causa internacional, las FEMEN, eran un incidente habitual en todos los eventos políticos europeos. Apareciendo con el torso desnudo, protestaron de rodillas en Notre Dame (2012), en las calles de Bruselas, en una mezquita en Sao Paulo, frente a una embajada en Túnez y en las calles de Berlín (2013) para apoyar la libertad de las mujeres árabes[2]. Detenidas en todas partes, incluso, la policía suiza también las atajó por desórdenes durante el Foro Económico Mundial en Davos.

El despliegue de FEMEN ha sido para Occidente el preámbulo de otras luchas contra la violencia de género y quizás sea la cara más radical de la rebeldía contra los abusos[3]. Sin embargo, si la expresión pública las llevó desde las elecciones de Putin del 2012, a la palestra, también es cierto que desde el norte de Europa, desde esa misma época, las vemos hablar y pronunciarse respecto del contenido del deber ser de la política internacional.

Y es aquí donde la agenda de la política mundial debe detenerse un minuto a debatir con profundidad el impacto de las ideas feministas en materia internacional. Desde hace mucho tiempo que se ha venido cuestionando la agenda realista de las relaciones internacionales. Tal fustigamiento no ha sido en vano. Vastos niveles del multilateralismo han insistido en que basta ya de superponer el conflicto en materia internacional. Que es imperativo devolver al redil del derecho internacional la toma de decisiones de los Estados. Que, desde la perspectiva del poder, no se resuelven los problemas, y un extenso etcétera, que describe la necesidad de observar los estudios internacionales y las propuestas que de ellos derivan bajo tintes institucionales.

Para quienes creemos que la paz se construye y no se decreta, desde hace ya varias décadas teníamos la impresión que la fuerza de la realidad tarde o temprano se impondría.

¿Qué dice el feminismo en materia internacional?

Las cancillerías en el mundo entero siguen siendo un espacio de poder masculinizado, dominado por discursos de “política de Estado” aparentemente intocables, en el que la integración de la perspectiva de género se ha enfrentado con resistencias legales, barreras administrativas y obstáculos culturales. Dicha resistencia institucional ha sido defendida bajo el argumento de que las agendas de política exterior son neutras en cuanto al género y que, complementariamente, la equidad e igualdad no constituyen objetivos de la “alta política” internacional.

Aquí hay dos asuntos en medio del debate: las agendas internacionales y la equidad. En este plan, la agenda feminista mezclando los temas ha disminuido el peso y el valor de lo general y se ha quedado en lo específico: confundirlo todo a partir de la equidad de género.

En un contexto de transformación mundial por la pandemia, la incorporación de la perspectiva de género en la política exterior ha adoptado los cambios a partir de las experiencias de países como Suecia, Canadá, Francia, Alemania, España y México. De estas experiencias, se suelen rescatar cinco aprendizajes que posicionan a la política exterior feminista como el camino adecuado. Al respecto se dice que:

  1. Primeramente, la política exterior, como uno de los ámbitos de actuación del Estado, no está desconectada de la política interna ni de las definiciones fundacionales de una sociedad. En consecuencia, las áreas de acción del Ministerio de Relaciones Exteriores -como el mantenimiento de la paz y la seguridad, la promoción y protección de los derechos humanos, la cooperación internacional y el desarrollo sostenible- están estrechamente vinculadas a la igualdad de género.

 

Sin embargo, dentro de este esquema, muy pro Naciones Unidas, la guerra, el terrorismo y el crimen organizado, prácticamente no reciben ningún aporte desde el feminismo. Solo se vislumbran temas tales como el cambio climático, la pobreza, la falta de oportunidades educativas, la inseguridad alimentaria, las constantes crisis y restricciones económicas, e incluso las futuras pandemias que enfrentaremos. En ese marco, la discusión sobre el uso del poder queda al margen y, quedando al margen, las mujeres de hecho quedamos fuera.

 

  1. En segundo lugar, el feminismo en materia internacional espera en el nuevo ciclo que se abre con la pandemia, se asigne un rol central a la promoción y protección de los derechos humanos en los objetivos de la diplomacia, contribuyendo a dotar de coherencia los compromisos internacionales vigentes del Estado con la comunidad internacional. Esto va de la mano con una evaluación de los potenciales impactos de género que toda política, acción o acuerdo internacional puedan tener, con foco en la población estructuralmente más vulnerable.

 

  1. Siendo muy meritorias estas tareas, el feminismo vuelve a evitar debatir sobre el control del poder y la estatalidad como mecanismos de generación de toda clase de déficits diplomáticos. Por ello, no es de extrañar que la agenda feminista mire de forma positiva en el contexto de la discusión -el paradigma reflectivista- toda suerte de gobiernos de índole progresista. Gobiernos que sin duda manejan el tema de la mujer para posicionar postulados radicales, y rupturistas, no solo con el capitalismo, el neoliberalismo, el patriarcalismo subyacente, sino también con la abierta posibilidad de anteponer la igualdad de todos, los derechos de “todes”, por encima de las libertades.

 

  1. Este sesgo se ha hecho creciente en países de América Latina, con riesgos cada vez mayores y proclives a la desestabilización de los regímenes institucionales, reitero, en pro de la defensa de intereses sociales de grupos excluidos que, desgarrando las institucionalidades nacionales, manifiestan un mundo maniqueo y crítico, donde prima más el grito que la racionalización institucional.

 

  1. Otro aprendizaje, crucial, es el entendimiento una perspectiva interseccional. Esto significa que la política exterior feminista debería reflejar criterios correctivos y afirmativos de igualdad en todas las acciones emprendidas por los Ministerios de Relaciones Exteriores en el ámbito político -bilateral y multilateral-, en el económico, cultural, de cooperación, consular y en el de la diplomacia pública. Esto, desde luego, incluye a todas las agencias estatales que despliegan política exterior. Dicho en sencillo, aboga por la paridad al 100%, como si eso fuese a resolver los temas internacionales. Las cosas no son tan simples. Menos cuando las paridades se construyen desde el ingreso de las mujeres por la ventana de los ministerios, el clientelismo político o el subterfugio de los “contactos”. No me cansaré de decirlo.

 

  1. En el mismo sentido, se plantea una política exterior feminista capaz de saldar las deudas históricas que el servicio exterior arrastra con las mujeres diplomáticas, particularmente en términos de subrepresentación estructural. ¡¿Quién podría estar en desacuerdo con esto?!

Cuando se observa que la incorporación de mujeres de parte de los Estados en el servicio exterior abarca mujeres que no han recibido preparación formal en relaciones internacionales, historias de sus países y derecho internacional, entre otras materias, permítanme disentir de esta política de Estado. Una política exterior feminista para el nuevo ciclo de la política exterior o internacional debe incorporar a las mujeres de forma efectiva y creciente en los procesos de negociación, mediación y toma de decisiones en todos los niveles políticos (medios y altos, especialmente). Esto es muy cierto. Sin embargo, esto no se puede hacer si es que las mujeres enfocan su participación solo desde la agenda de género, porque la política internacional en los tiempos que corren no se abarca solo con esa agenda como móvil de participación en materia internacional. Cuando creíamos que las grandes amenazas, las superpotencias y la geopolítica podrían haber sido enterradas por la ecopolítica, la biopolítica, los temas medioambientales, o los migratorios, entre otros, esta crisis ruso ucraniana nos devuelve al origen de la disciplina: el poder.

La prueba de lo que decimos está en las declaraciones justamente de las mujeres y de la política exterior feminista. En particular, las líderes políticas de aquellos países que observan de cerca, los europeos, y en detalle, a sus figuras simbólicas: En efecto, en la actual crisis de Ucrania, la respuesta ha sido nula. Tanto desde el lugar desde donde nacen las FEMEN, así como de aquellos “evolucionados países” que han dado lecciones recientes de la lucha feminista y su introducción en la política exterior de los Estados, reina el silencio.

Así, mientras vemos desfilar a cientos de refugiadas con sus hijos en los brazos rumbo a Europa Occidental, miles de ellas aterrorizadas por los ataques de Rusia, el silencio del feminismo nos muestra la cruda realidad: la política internacional sigue siendo la sumatoria de los intereses de las partes que componen el entorno internacional. Cuando esta semana el Consejo de Seguridad, las Naciones Unidas e incluso la OTAN han sido ridiculizados por Rusia, también observamos que el  silencio del feminismo no ha estado a la altura de la mayor crisis política de Europa desde el término de la Segunda Guerra Mundial.

Por lo dicho y en estas circunstancias volveremos a lo obvio. La complejidad de la realidad internacional exige mirar las relaciones internacionales tal como son, sin sesgos. Las consideraciones de género sin duda son un plus de la política interna de los países, un imperativo, sin duda para el florecimiento de las democracias. Pero, en materia internacional, la agenda es la que vemos: crisis, conflicto, cooperación, y geopolítica.

Si los países no garantizan lo básico, difícilmente podremos sumar algo más a la agenda internacional garantizando los Derechos Humanos para todos los habitantes y comunidades del planeta.

¿Alguien lo duda?

 

[1] https://www.abc.es/sociedad/abci-femen-espana-ucrania-enf-202109190204_reportaje.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.cl%2F

[2] https://elpais.com/sociedad/2013/04/04/album/1365098133_517611.html#foto_gal_3

[3] https://www.amnesty.org/es/latest/news/2020/11/ukraine-epidemic-of-violence-against-women-in-conflicttorn-east/

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